Sabemos sus promesas y sabemos también que, tras las elecciones, es lo primero que olvidan o lo primero que pactó el partido que no ha ganado y así, unos por otros, continúan con sus ocupaciones prioritarias: luchar porque la corrupción no se descubra demasiado y porque las leyes la penalicen solo lo suficiente para acallar a los conformistas ciudadanos de un país, que protesta fácilmente en “petit comité”, pero al que le cuesta salir a la calle, dar la cara y perder un poquito para recuperar sus derechos perdidos: unas condiciones de trabajo aceptables y un sueldo que le permita, al menos, llegar dignamente a fin de mes.
Podemos ser optimistas y pensar que esta vez será diferente y que los empleados públicos volverán a sus 35 horas semanales, al cobro de sus pagas extra y sus salarios enteros y descongelados (muy lejos de las tarjetas negras y de las comisiones opacas), a poder ponerse enfermos, a disfrutar de unas merecidas y discretas vacaciones (muy lejos también de los lujosos yates, los hoteles de ensueño, los opulentos restaurantes o las inconcebibles fiestas que la corrupción ha permitido), pero no nos engañemos: si queremos impedir que las diferencias sociales alcancen extremos ya olvidados en una sociedad moderna, habrá que hablar de personas y no de números que cuadren, de austeridad compartida según capacidad económica y no de recortes solo para la mayoría trabajadora y más aún con nómina en la administración pública.
Y para terminar, habrá que hablar de futuro (y cuando digo de futuro, me refiero al futuro más allá de los cuatro años que dura una legislatura), del legado que ofrecemos a nuestros niños y jóvenes: sin una educación en condiciones, en aulas masificadas, con ratios de optativas injustas e inviables en muchos casos, con falta de ayudas que palíen las diferencias sociales y económicas, con una política de comedores que no satisface a nadie y, en definitiva, con una ley (LOMCE) que acrecienta los problemas y nada soluciona.
Reflexiona y lucha por lo que te pertenece a ti y a los tuyos, no te conformes con quejarte ante tus círculos más cercanos; toma medidas contundentes y no te dejes engañar con las mismas promesas electorales de siempre.
Margarita R.S.