En un momento en que los recortes castigan especialmente a la enseñanza pública, no se debe emplear el dinero púbico en conciertos que no sean absolutamente necesarios. Debe imperar pues el rigor y las austeridad en las subvenciones a la enseñanza privada, procurando evitar desequilibrios entre la enseñanza pública y la privada y utilizar los mismos criterios de concesión de fondos.