En tanto que educadores, nos incumbe defender el derecho de todas las niñas a la educación, hoy y siempre.
En el Día Internacional de la Niña (11 octubre), los sindicatos de la educación celebran el coraje, el activismo y el liderazgo de las numerosas niñas que trabajan diligentemente por un mundo justo, equitativo y sostenible. 2019 sin duda pasará a la historia como el año en que el poder de las niñas tuvo un efecto multiplicador alrededor del mundo.
El lema escogido este año, "Una generación de niñas sin un guion prestablecido e imparables", alude sin rodeos al impacto que ellas pueden tener sobre sus comunidades y el mundo entero, cuando son libres y capaces de desarrollar todo su potencial. Pocos serán quienes no hayan tenido noticia de las masivas movilizaciones de jóvenes (y menos jóvenes) en todo el mundo el mes pasado, reclamando a los Gobiernos que se tomen medidas para hacer frente a la actual crisis climática. Una movilización que se extendió como la espuma desde que la adolescente sueca, Greta Thunberg, decidiera, inicialmente en solitario, hacer huelga por el clima, convirtiéndose en un fenómeno global.
Y no está sola: Anuna De Wever (Bélgica), Madison Pearl Edwards (Belice), Tokota Iron Eyes (EE. UU.), Helena Gualinga (Ecuador), Leah Namugerwa (Uganda), Ridhima Pandey (India), Autumn Peltier (Canadá) o Marinel Ubaldo (Filipinas) son también destacadas activistas y defensoras de la justicia climática en sus respectivas comunidades.
En tanto que educadores y educadoras, celebramos el coraje y capacidad de estas y tantas otras niñas y jóvenes que osan levantarse, dar un paso adelante, salir y levantar sus voces para decir: “¡Basta! Debemos y conseguiremos que las cosas cambien…”.
Apoyamos sus esfuerzos con nuestra labor para conseguir una educación de calidad para todos y todas, y exigiremos cuentas a los Gobiernos respecto a las promesas realizadas en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de no dejar a nadie atrás, y continuaremos trabajando para erradicar la violencia de genero en el ámbito escolar, que impide a millones de niñas disfrutar del derecho a la educación en tantas partes del mundo.
La evidencia demuestra que educar a las niñas tiene beneficios enormes para sus familias, comunidades y para la sociedad en general. Pero no es solo por ese motivo que continuaremos haciendo todo lo posible para garantizar que todas las niñas en el mundo puedan acceder y terminar con éxito un ciclo completo de educación pública, gratuita y de calidad. Lo hacemos porque el derecho a la educación es un derecho inalienable y porque, en tanto que educadores, nos incumbe defender el derecho de todas las niñas a la educación, hoy y siempre.