El cuarto jueves de abril se celebra el Día Internacional de las Niñas en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) con el objetivo de animar a niñas y mujeres jóvenes a considerar la posibilidad de orientar sus estudios y profesiones al campo de las carreras tecnológicas, un sector que, si bien atractivo económica y laboralmente, continúa sin atraerlas a sus aulas y puestos de trabajo.
Para 2050, el 75% de los trabajos estarán relacionados con las áreas STEM. Sin embargo en la actualidad, como ejemplo, solo el 22% de los puestos en el creciente sector de la inteligencia artificial están ocupados por mujeres. Del documento Panorama de la Educación de 2017 se desprende que “en España, aproximadamente el 24% del alumnado matriculado en ingenierías, producción industrial y construcción fueron mujeres en 2015, el mismo porcentaje que la media de países OCDE. La proporción de mujeres en estudios de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) fue tan solo del 12%, por debajo del 19% de la media de la OCDE”.
Dar a las mujeres igualdad de oportunidades en carreras STEM no solo implica avanzar en la reducción de la brecha salarial de género, sino también en la mejora de la seguridad económica de las mujeres y la ampliación de sus posibilidades de independencia, y en garantizar una fuerza de trabajo diversa y talentosa que integra los puntos de vista, vivencias y experiencias individuales sin dejar fuera a la mitad de la sociedad, evitando así los sesgos y superando los obstáculos que todavía nos impiden alcanzar una igualdad real.
El sistema educativo, que es un reflejo de la sociedad, replica las tendencias y pautas culturales y no puede mantenerse ajeno a los diferentes patrones sociales en función del género, lo cual influye en las elecciones de los estudios que alumnos y alumnas, y que les encaminan a preferir aquellos considerados “propios de su sexo”. La tendencia que ya marcaban los estudios e informes desde hace más de una década, si bien disminuye en algunos sectores, hay otros donde es más acusada o directamente no tienen presencia femenina.
Para generar una nueva tendencia, es imprescindible que se produzca un cambio profundo. El proceso ya está en marcha, como refleja la actual legislación educativa, pero es necesario que el sistema educativo y la orientación profesional sigan evolucionando para combatir y ayudar a transformar la discriminación social de las mujeres desde las edades tempranas y en el ámbito de las familias y de las propias instituciones educativas.
Todo esto requiere que se dote de medios humanos y recursos materiales a todos los centros educativos, que permitan la planificación y puesta en marcha de acciones de sensibilización y formación que fomenten la perspectiva de género y la eliminación de estereotipos sexistas sobre las profesiones, y que erradiquen los patrones machistas de comportamiento de los centros, de las relaciones sociales de menores y jóvenes, y de todos los aspectos de su desarrollo. No podemos olvidar, por supuesto, que todas las acciones que se emprendan deberán estar dirigidas al conjunto de la comunidad educativa: alumnado, profesorado y resto de trabajadores y trabajadoras del centro y familias, porque en el proceso de socialización todas y todos somos responsables de las consecuencias.
De ahí que sea importante, como ha defendido siempre la Federación de Enseñanza de CCOO, que se incorporen en los planes de estudio de todas las materias las aportaciones de las mujeres a lo largo de la historia; que se pongan los recursos necesarios para el cumplimiento de la normativa vigente en materia de igualdad en toda su extensión y para el desarrollo de los planes de igualdad; y que se diseñen programas de formación que favorezcan la elección por parte de niñas y mujeres jóvenes de aquellas profesiones masculinizadas, entre otras reivindicaciones.
