Es inadmisible la petición de solidaridad que hace el Presidente.
Las declaraciones en el día de ayer del Presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, señalando que no descartaba “una rebaja de los sueldos de los empleados públicos como medida para paliar los efectos devastadores de la crisis por el coronavirus”, es un nuevo disparate que unir al sinnúmero de despropósitos con los que este gobierno nos tiene acostumbrados cada vez que hablan de las y los empleados que prestan su servicio en esa institución.
Ni el momento, ni el contenido ni, mucho menos, los destinatarios son merecedores de semejante anuncio. Actualmente todos los esfuerzos deben ir a combatir los efectos de una pandemia que, sin duda, ha pillado a la Administración Autonómica en una de los peores momentos de su historia. Años de vaciamiento de lo público, de falta de inversión en sanidad y en servicios sociales, privatización de buena parte de los servicios asistenciales (con especial incidencia en la atención a la dependencia) hacen que en una situación de emergencia tan aguda como la actual la respuesta esté siendo complicadísima, haciéndose patente la falta de capacidad de la Junta de Castilla y León en el actual momento.
Por el contrario una buena parte de ese personal al que se le pide “ese gesto solidario” es el que junto a otros está dando “el callo”, el que con desvelo, esfuerzo, en muchos casos por encima de lo humanamente exigible, el que arriesgando su salud e, incluso, su vida está luchando hasta la extenuación para combatir un virus que junto a sus efectos en la salud de tantas y tantas personas, también está poniendo a más de uno en su sitio.
¿Hay que recordarle al sr. Presidente el sentido profundo que tiene una palabra como solidaridad?, todos los profesionales a los que nos hemos referidos en el anterior párrafo lo hacen día a día, minuto a minuto, debería tomar nota y abandonar intervenciones como la que hizo ayer.
Hoy todavía no es momento de pedir responsabilidades políticas llegará cuando remita esta crisis, es el momento de arrimar el hombro y, sobretodo de agradecer a los miles de trabajadores y trabajadoras su desvelo, su esfuerzo y su entrega. Hay que seguir aplaudiendo a unos grandísimos profesionales.
