La asignatura optativa sobre catolicismo se ha convertido en la práctica en asignatura “obligatoria” en la Facultad de Educación de la Universidad de León.
La mañana del viernes 18 de septiembre las personas matriculadas en asignaturas optativas de 2º curso en la Facultad de Educación, a las que (por normativa de la ULE) faltaban dos alumnos para llegar al mínimo con el que se podían impartir, recibieron una llamada por teléfono para que esa misma mañana, las clases empiezan el lunes 21 de septiembre, se desmatricularan de esa asignatura y se matriculasen en Religión Católica. En caso contrario perderían los créditos y el dinero de la matrícula.
Al malestar de esos alumnos y alumnas, se ha sumado una parte del profesorado de la Facultad de Educación, al considerar anacrónico que en el siglo XXI lo que era una asignatura optativa sobre catolicismo se haya convertido en la práctica en asignatura “obligatoria”. “Ese criterio no puede servir para obligar a cursar la religión católica, tienen que hacer una oferta que no sea solo religión católica” afirman profesores y profesoras de otras Universidades consultados.
Hay que recordar que ni siquiera la LOMCE hace obligatoria la religión católica en los colegios de primaria y secundaria. Tampoco está de más recordar que la libertad de culto o libertad religiosa es un derecho fundamental. La libertad religiosa es reconocida por el derecho internacional por el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el artículo 18 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. De la misma forma lo hace la Convención de los Derechos del Niño, en su art. 14, y el artículo 9 de la Convención Europea de Derechos Humanos.
La Federación de Enseñanza de CCOO considera anacrónico que la doctrina católica siga siendo un “conocimiento científico” que se imparta en el ámbito universitario. Como si tener fe en Dios o saberse los diez mandamientos fuera una competencia necesaria en el ámbito profesional o de la investigación.
CCOO considera incompatible dar ese tipo de formación al futuro profesorado, y, al tiempo, poner como modelo un sistema educativo, como el finlandés, que se caracteriza por ser público, laico, gratuito, con profesores bien formados y pagados y con un tratamiento de la diversidad social que garantiza un alto grado de igualdad de oportunidades.
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